The Artist (2011)

La principal enfermedad del cinéfilo es dejarse llevar por las expectativas.

El fenómeno se inicia cuando una película relativamente esperada ve su estreno en algún festival y los comentarios comienzan a surgir. Poco a poco la avalancha de reseñas inicia su implacable descenso hasta las pantallas de nuestras casas, mientras que el beneplácito moderado de los críticos se convierte en desorbitada euforia a través de grandes campañas publicitarias: “Excelente”, “Perfecta”, “El mejor filme en diez años”. Y ahí, sentados frente a nuestras computadoras, no podemos evitar sentir que la piel se nos eriza cuando vemos las grandilocuentes palabras impresas en blancas letras gigantes, vibrando sobre fondos negros y rodeadas de estrellas. El cinéfilo se transforma entonces en un zombie que está completamente convencido de que verá la mejor película del año o del siglo.
Dicho proceso publicitario, que es utilizado una y otra y otra y otra vez durante el año, fue manejado a la perfección por la campaña de The Artist, un filme que inicialmente iba a presentarse en el festival de Cannes fuera de la competición, pero que en un giro inesperado fue incluido en ella una semana antes del certamen, consiguiendo el premio a la mejor actuación masculina. Un filme que fue bien recibido por la crítica, que tenía la peculiaridad de ser una película silente en blanco y negro, en pleno siglo XXI, y que, descrita como un homenaje a la historia del cine, comenzó a generar interés hasta que el gran capo Harvey Weinstein compró su distribución y literalmente lo hizo estallar.
Esta lección del salvaje poderío de la industria cinematográfica no debe restarle méritos a una película que sin duda es entrañable y que se filmó con total desconocimiento de lo que posteriormente sucedería con ella. Innegable es el hecho de que el director Michel Hazanavicius se embarcó con The Artist en una apuesta muy compleja y arriesgada, fundamentándose para ello, según el autor, en un profundo estudio de la obra de los maestros del cine de la era silente, al grado de proclamar que la mayor influencia de la cinta eran los filmes de Murnau. Declaración sin duda desafortunada, porque si algo no se ve en The Artist es la mano del genio alemán, siendo ésta mucho más cercana al cine clásico norteamericano de los años veinte.
El guion, magistralmente escrito por el propio Hazanavicius, narra una tierna historia de amor entre un icónico actor de cine mudo, que se ve completamente relegado cuando el cine sonoro hace su aparición, y una chica que pasa de actriz secundaria en la época muda a diva de la sonora. La pareja, compuesta por Bérénice Bejo, esposa de Hazanavicius, y el increíblemente encantador Jean Dujardin, que probablemente interpreta en The Artist el papel de su vida, son capaces de conducir, mediante su extraordinaria habilidad expresiva, una historia que no deja de ser un reto de tolerancia para los espectadores que nunca han visto cine mudo.
El dramatismo de la celebridad que cae y que sufre aún más al ver a su amor triunfar mientras él se sume en el abismo, se intensifica a través de las brillantes tomas que Guillaume Schiffman elabora y que desde el primer segundo conquistan el ojo del espectador, el cual se sumergirá instantáneamente en secuencias verdaderamente brillantes, de gran dinamismo y de extrema sensibilidad compositiva, destacando la bellísima escena de un peculiar baile que resulta inolvidable.

La banda sonora compuesta por Ludovic Bource, que sin duda es otro de los grandes protagonistas de la cinta, pocas veces cae en el tedio y está repleta de momentos de gran brillantez, indispensables para mantener la atención del hiperactivo espectador del siglo XXI.

Cargada de nostalgia por los tiempos pasados, The Artist cuenta con una fórmula idónea para arrasar con los premios de la academia cinematográfica norteamericana, que siempre ha estado sumida en la nostalgia, y para complacer a una gran cantidad de espectadores que, presas o no de la publicidad, saldrán con una gran sonrisa en la cara.

Es cierto, The Artist no es el mejor filme del año, pero es una gran película.

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