Another Earth (2011)

La ciencia ficción muchas veces resulta un campo difícil de abordar con éxito, tanto a nivel literario como fílmico, y a pesar de que durante toda nuestra vida hemos sido alimentados con historias de maestros como Asimov, Bradbury y demás genios, que nos dieron las pautas filosóficas de los viajes temporales, de la lógica robótica, o de la extrema no linealidad argumental, año con año seguimos sufriendo el peso de historias cuyo ínfimo respeto por la inteligencia del lector o espectador resulta enervante.

Si este año nos decepcionamos con el desafortunado regreso a la pantalla grande de Duncan Jones con su Source Code, imaginativo pero plagado de errores argumentales, lo que hace Mike Cahill con Another Earth resulta simplemente penoso.
Moralista hasta decir basta, la película con la que Cahill se estrena en el mundo de los largometrajes de ficción, cuenta la historia de una chica perfecta, guapa, inteligente y universitaria, que al conducir de vuelta a casa después de una noche de fiesta, por una distracción se estrella contra una familia, matando a un pequeño, a una mujer embarazada y dejando en coma al padre y esposo. Condenada por asesinato imprudencial, la chica es liberada después de unos años con unas expectativas de vida completamente distintas a las que tenía en un principio, lo que, aunado a la intensa culpa que experimenta, sume su vida en un estado intensamente depresivo.
La joven, que ha perdido el interés por vivir, consigue trabajo como conserje en una escuela y pasa los días con su compañero de limpieza que, “cansado de verse en todos lados”, se ha dejado ciego al tirarse cloro en los ojos, desplazándose día tras día lentamente por la escuela entre frases filosóficas que bien podrían haber salido de uno de los nefastos libros de Paulo Coelho.

El círculo de ñoñez del guión se completa cuando la chica se entera de que el único sobreviviente del accidente que provocó ha salido del coma y vive, tan o más deprimido que ella, en un solitario trailer park. El descubrimiento la impulsa a pedir perdón para expiar sus culpas, sin embargo, por falta de coraje, acaba ofreciéndole un servicio de limpieza al decaído ex profesor universitario sin decirle quién es, propiciando el inicio de una relación entre ambos. 

De forma paralela al sentimentaloide planteamiento narrativo principal, un planeta exactamente igual a la tierra, que se ocultaba detrás del sol (¿Melancholia?), ha perdido la sincronía de su órbita y aparece a la vista y al alcance de un viaje estelar terrestre. Como una reacción completamente “lógica”, a la NASA se le ocurre la brillante idea de rifar un boleto para ir a la denominada Earth2, supuesto planeta espejo de la tierra, en donde no sólo los continentes son iguales sino que además viven exactamente las mismas personas.
Si ya los ingredientes de Another Earth resultan ridículos, el desarrollo y la conclusión de la historia lo son aún más, consiguiendo Cahill la realización del filme más meloso que he visto durante el 2011 y el que más me ha enfadado en cuanto al nivel de condescendencia que tiene para los espectadores y en cuanto a las risibles justificaciones científicas y lógicas con las que se arma el relato.
La cinta, que visualmente tiene todos los elementos del cine independiente contemporáneo, hará enfadar a todos aquellos que busquen un mínimo de lógica en la ciencia ficción y a los que odien las lecciones morales evidentes. Si ustedes no son de esos, que la disfruten.

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