Carnage (2011)

No cabe duda de que Roman Polanski es uno de los directores de cine más versátiles con los que contamos en la actualidad. Desde su perturbadora Knife in the Water, con la que se inauguró como consentido de la crítica, el cineasta polaco ha recorrido absolutamente todos los géneros clásicos del cine, consiguiendo, del mismo modo que su incansable contemporáneo Stanley Kubrick, que aquellos espectadores que deciden enfrentarse a un nuevo filme suyo nunca sepan a ciencia cierta con qué se encontrarán.

Minimal es uno de los adjetivos que mejor podrían describir a Carnage, la nueva producción filmica del director polaco, quien en esta ocasión decide adaptar la premiada Le Dieu du Carnage, una de las obras de teatro más celebradas de Yasmina Reza, involucrada también por Polanski en el desarrollo del guión del filme, que narra un hecho tan sencillo como el encuentro de dos parejas adultas que se reúnen para discutir, de forma “civilizada”, las medidas a tomar en relación a una pelea ocurrida entre los hijos de ambas.

Adjudicando los méritos a quien los merece, inmediatamente salta a la vista que Carnage es una película con dos elementos primordiales: guión y actuación. El primero, magníficamente ejecutado por Yasmina Reza, es un fuerte ataque a los estándares morales del siglo XXI, una profunda reflexión sobre las relaciones de pareja actuales y un ensayo que desnuda, mediante un hecho aparentemente intrascendente, la incapacidad intelectual que tiene el ser humano para ser objetivo cuando se encuentra inmerso en un conflicto que le atañe.

Las actuaciones, que constituyen el segundo punto primordial del filme, son inmejorables. Irreconocible aparece Jodie Foster, quien no había tenido un reto histriónico de este calibre desde el siglo pasado, junto a John C. Reily para defender a capa y espada a su hijo “desfigurado” por el malévolo engendro educado por Kate Winslet, una corredora de bolsa, y el siempre hipnotizante Christoph Waltz, un litigante inmerso en una millonaria demanda a la industria farmacéutica.

Presas de una maldición que recuerda a El ángel exterminador de Buñuel, las dos parejas, incapaces de despedirse y abandonar la discusión, se enfrascan en cómicas discusiones alimentadas por el fuego del alcohol que fluye en un intento de los anfitriones por satisfacer a sus invitados, convirtiendo el encuentro en un caos extremadamente divertido.

Carnage es una prueba fehaciente de que Roman Polanski es capaz de conseguir financiamiento para lo que sea, ya que esta cinta no deja de ser un producto atípico dentro del mercado comercial, sin embargo, el viejo Roman ya está más allá del bien y del mal y es una garantía de calidad a la que los espectadores, dado el estado de la cartelera, se aferran como limaduras de hierro a un imán.

A pesar de que Carnage es un producto que yo atribuiría mucho más al talento de Yasmina Reza que al de Polanski, dado que es un montaje prácticamente teatral con un desarrollo estilístico muy parco, sin duda se recordará como otro triunfo de este controversial director que una vez más consigue cambiar el ritmo al que nos tenía acostumbrados con sus últimos filmes y hacer una breve pero estupenda joya cinematográfica.

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