La lluvia de ideas descabelladas que iniciaron Quentin Tarantino y Robert Rodriguez con el concurso de trailers falsos para su Grindhouse, sigue generando largometrajes interesantes basados en esos maravillosos despliegues de imaginación y humor gore que amenizaban los intervalos entre las proyecciones de Planet Terror y Death Proof.
Cuatro años después de ganar el concurso de trailers falsos realizado en el festival SXSW, Hobo with a Shotgun, la descabellada creación del joven Jason Eisener, consiguió los fondos suficientes para ir a la gran pantalla en forma de uno de los largometrajes más divertidos e irreverentes que han sido exhibidos durante el 2011. Convirtiéndose la cinta, más que en un homenaje al cine de serie B, en una película de serie B en sí misma, evitando esos elencos plagados de estrellas consagradas que utilizó la dupla Rodriguez / Tarantino y quintuplicando tanto la violencia como el mal gusto.
La historia, que permanece completamente fiel al trailer original, narra las vivencias de un vagabundo que llega a la peor ciudad del mundo, un basurero infecto controlado por una banda de sádicos maleantes, en el que la violencia extrema es cosa de todos los días y la población vive sometida a los deseos del capo mayor y de sus dos hijos, un par de jóvenes capaces de cometer las peores vilezas a cambio del rush de adrenalina que les generan.
El salvaje caos que impera en la ciudad, en donde armadas de punks ochenteros se dedican a desmembrar y destripar ciudadanos inocentes, afecta gradualmente la psique de un vagabundo interpretado por el eterno actor secundario Rutger Hauer, cuyo único deseo es juntar el dinero suficiente para comprar una cortadora de césped que le permita tener un trabajo y una vida normal.
El robo de la tienda en la que el pacífico vagabundo planeaba comprar sus instrumentos de jardinería lo empuja a asumir el papel de vigilante de la ciudad, al escoger una flamante escopeta en lugar de la cortadora de cesped y comenzar a llenar de agujeros a maleantes, ladrones, pedófilos y sádicos punks, desatando una guerra entre el inesperado héroe y el salvaje capo mayor de la ciudad.
Plagada de efectos especiales handmade que nos remiten al cine gore de mediados de los setenta, así como de diálogos incisivos y maravillosamente exagerados, la cinta de Eisener es un producto que evidentemente tiene un mercado bastante limitado, sin embargo posee todos los elementos para que los fanáticos del verdadero cine de serie B pasen un muy buen rato viendo secuencias que ni Tarantino ni Rodriguez pudieron realizar en sus respectivos homenajes al género.
You and me are goin’ on a car-ride to hell… and you’re riding shotgun!, grita con furia el vagabundo mientras empuña con mano temblorosa pero firme su escopeta, y después del ¡BANG! los espectadores no tenemos otra opción más que acompañarlo, gustosos, al infierno.