Cuando la juventud aún corre por nuestras venas prácticamente todo parece posible. Los cambios sociales más radicales se perciben completamente factibles en las mentes de aquellos que, ansiosos por dejar una huella indeleble en el mundo, no han experimentado en carne propia la decepción disfrazada de entendimiento que da el conocimiento de la Historia.
La política moderna, producto de miles de años de evolución intelectual y social, es sin duda una de las fuentes de desencanto más agresivas contra el ciudadano común, sin embargo, este proceso de ilusión infantil, seguido de abruptos golpes de realidad, es algo por lo que prácticamente todos los líderes contemporáneos han pasado al ver enfrentados los ideales de una sociedad justa contra la inevitable carga hedonista del hombre del siglo XXI.
Es ese abrupto despertar al mundo de la doble moral política el tema central de The Ides of March, el cuarto filme de George Clooney como director. Un breve capítulo en la historia de un publicista interpretado por Ryan “sensación juvenil” Gosling, cuyo talento lo lleva a ser uno de los hombres encargados de la imagen y discursos del personaje de Clooney, un gobernador en la contienda por convertirse en el representante del partido demócrata para las elecciones presidenciales.
El talentoso e idealista protagonista de la cinta (Gosling), que desempeña su trabajo bajo las órdenes de un experimentado creador de imagen interpretado por el siempre estupendo Philip Seymour Hoffman, pronto se verá inmiscuido en una serie de acontecimientos que terminarán por formarlo en el delicado arte de la manipulación, destruyendo en el camino todos sus fundamentos ideológicos para convertirse en un verdadero político.
La película, que desaprovecha en gran medida el interesante mundo de aquellas mentes que, utilizando las armas de mercadotecnia más avanzadas, construyen a esos personajes que luego hipnotizarán a las masas con discursos completamente prefabricados, funciona como una especie de cuento corto, como un mero anecdotario que termina por caer en fallos lógicos evidentes a pesar de su interesante construcción.
The Ides of March es una película de argumento francamente mediocre, y son precisamente las actuaciones de un elenco compuesto por actores de gran calibre las que consiguen elevar el nivel de esta adaptación de la obra de teatro escrita por Beau Willimon.
Filmada sin mayores pretensiones que las de un capítulo simplón de cualquier serie policiaca medianamente buena, la nueva incursión de Clooney en la dirección termina por ser una completa decepción, dejando al espectador con una sensación de vacío y con una única pregunta en la mente “OK, ya lo sabía ¿y?”