Estômago (Estómago) (2007)

La gastronomía, desde sus orígenes más primitivos en alguna caverna olvidada, hasta nuestros días, debería ser considerada como una de las bellas artes. Dicha aseveración, aventurada y a primera vista exagerada, puede no sonar tan descabellada al reflexionar que, aún el platillo más burdo que podamos concebir, lleva tras de sí una idea, una preparación y el objetivo primordial de estimular el gusto y engañar al paladar, para transformar una acción vital rutinaria, como lo es el acto de comer, en un deleite sensorial que sea capaz de transmitir sentimientos de gozo a un degustador que, incluso desde la más completa ignorancia, podrá apreciar aquella intensa explosión de sabores. Méritos que desde mi punto de vista son suficientes para validar a la cocina como el arte más incluyente del planeta.

Estómago, primer largometraje del director brasileño Marcos Jorge, consigue captar la esencia, en parte dote innato y en parte oficio aprendido, de esos artistas capaces de combinar sabores cotidianos y familiares, para transformarlos en suculentos platillos que desafían a partes iguales al sentido del gusto y al intelecto.

El filme relata la historia de Raimundo Nonato, un muchacho campesino, iletrado y simple, que por un golpe de suerte consigue trabajo como cocinero de un local de mala muerte en la ciudad. El chico, interpretado por el estupendo João Miguel, transforma la fonda, donde previamente no se paraban ni las moscas, en un exitoso restaurante de barrio. Marcos Jorge intercala en pantalla la historia de éxito de Nonato con segmentos de otra en la que, años después, éste cae preso por razones desconocidas y, gracias a su habilidad como cocinero, comienza a escalar los peldaños de la cruenta y piramidal sociedad carcelaria.

En Estómago, la gastronomía se convierte en el catalizador emocional por excelencia, fungiendo como núcleo del desarrollo social, intenso motor sexual, demencial adicción y finalmente como supremo generador de poder, características que a lo largo de la cinta determinan los aciertos y desgracias del simplón, pero no tan ingenuo Nonato.

Fabiula Nascimento, cuyo personaje es el de una prostituta obsesionada con el placer que le provoca comer, y Babu Santana, estupendo actor que interpreta al cabecilla criminal de la cárcel donde posteriormente cae el personaje principal del filme, redondean un gran elenco secundario que consigue otorgarle a la película ese aire festivo/decadente brasileño, que al mismo tiempo balancea el ambiente de ternura trágica que se percibe a lo largo de todo el metraje.

De ritmo irregular, pero amena de principio a fin, Estómago es una cinta que exuda un profundo amor por la cocina y el buen comer, exaltando ese arte que ha comenzado a revalorarse en su faceta más “elaborada”, pero que aún sigue siendo curiosamente denostado sobre todo en su ámbito más primigenio y popular. En definitiva, la ópera prima de Marcos Jorge, que conquistó los mayores premios de cine en Brasil, colocó a éste como uno de los directores de la nueva ola brasileña a los que hay que seguir muy de cerca.

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