Una de las personalidades más importantes del 2012 en el mundo del cine fue sin lugar a dudas el director iraní Asghar Farhadi, quien unificó a la crítica con su brillante drama A Separation, y se apoderó tanto del Oscar como del Golden Globe a mejor película extranjera. Dos años después del estreno de su última cinta, Farhadi regresa con otro drama que inicialmente se presenta con un argumento muy en el estilo de lo que había mostrado en A Separation, pero que gradualmente se transforma en una bestia con vida propia, magnífica e impredecible.
Profundamente inspirada, Le passé es una película que confirma a Farhadi como uno de los grandes retratistas de la cotidianeidad del hombre moderno, como uno de los directores más capaces en cuestiones del manejo histriónico de sus actores, y como una de las plumas más dotadas al momento de escribir guiones que entreveran realidades a las que prácticamente cualquier espectador puede remitirse y, en su mente, mientras ve la cinta en la oscuridad de una sala, asumir en todo momento las imágenes y los comportamientos representados como reales.
Lo que Farhadi muestra en pantalla es real; lo sabemos porque hemos vivido situaciones similares, porque conocemos e identificamos aquello que puede formar parte de la vida que llevamos día tras día. No hay nada más difícil que vender una imagen falsa de un universo a alguien que día tras día forma parte de ese universo, pero para nuestra fortuna, Farhadi lo consigue, impregnando a su obra del sentimiento con el que asociamos eso tan vago e inasequible a lo que llamamos “realidad”.