Life Itself (2014)

El crítico dentro del mundo del arte contemporáneo se ha convertido en una bestia mitológica por demás interesante. Si dejamos de lado a los farsantes, a los simplones y a los poco ilustrados como el que aquí escribe, los críticos en este caso de cine son aquellas enciclopedias andantes con gran capacidad de asociación de ideas, autores y técnicas, cuyo trabajo es convertirse en una suerte de filtro para el espectador común que, incapaz de asimilar más de 400 películas al año, debe escoger cada semana una o dos cintas a las cuales dedicar su atención.

Es entonces que se genera un vínculo de confianza ciega entre el crítico y su grupo de seguidores: personajes que buscarán una opinión para decidir ante cual película sentarse, o incluso para amoldar el juicio de lo que acaban de ver en pantalla a la opinión de ese ser al que valoran por desgracia incluso más que a su propia capacidad de apreciación.

Roger Ebert no fue el crítico de cine más valioso en cuanto a análisis fílmico se refiere. Personalidades como la legendaria Pauline Kael, o el cofundador de Cahiers du cinéma, André Bazin, aportaron grandes análisis teóricos que continúan y continuarán, a diferencia de los textos de Ebert, estudiándose en las escuelas de cine alrededor del mundo. Sin embargo Ebert se erigió, desde la década de los setenta hasta el día de su muerte, el 4 de abril del 2013, como el crítico de cine más famoso de la historia.

Poco antes de su ya inminente fallecimiento, un Ebert postrado, débil y sometido a incontables tratamientos contra el cáncer de tiroides que acabaría por dejarlo sin mandíbula, decidió planear junto al documentalista Steve James un filme sobre su vida, sobre su violenta lucha contra la muerte, y sobre lo que significa abrirse camino como dictador del “buen gusto cinematográfico” en ese mundo de incontables revistas, periódicos y programas televisivos que encumbran, como si de regímenes fascistas se tratasen, las carreras de despiadados críticos que día tras día salen al campo de batalla para enfrentarse en guerras irreconciliables contra la industria fílmica y contra sus colegas.

Life Itself tiene tres focos principales: el primero se centra en la agonía de Ebert y en la enternecedora relación de amor y complicidad que llevó con su esposa Chaz durante los últimos momentos de su existencia –o al menos esa es la ilusión que quiere representar el filme, situación que dota al documental de un tinte melodramático que puede resultar cansado pero que engendra momentos de gran emotividad; el segundo es la elaboración de un ágil y disfrutable recorrido por la carrera y logros de Ebert, desde sus primeros años como director del periódico universitario, hasta su ascenso como crítico en el Sun-Times de Chicago, pasando por sus problemas de alcoholismo y por su polémico trabajo como guionista de Russ Meyer en Beyond the Valley of the Dolls; y finalmente, el tercer y más interesante foco se centra en la tormentosa relación de amor y odio entre Roger Ebert y Gene Siskel, su gran rival del Chicago Tribune, junto a quien desarrolló el programa televisivo de crítica cinematográfica más popular de la historia, convirtiéndose ambos en gigantescas celebridades cuya relación se construía en partes iguales de odio y admiración.

El resultado, aunque no sobresaliente a nivel técnico o narrativo, constituye un documento valioso sobre la pasión que la figura del crítico profesa en favor del arte al que entrega su vida, así como un nada despreciable epitafio para Ebert: el crítico que le puso cara a los críticos.

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